martes, 1 de mayo de 2012

El umbral de Mágina

Sobre el monte pelado, 
un calvario. 
Agua clara 
y olivos centenarios. 
Por las callejas 
hombres embozados, 
y en las torres 
veletas girando. 
Eternamente 
girando. 
¡Oh, pueblo perdido, 
en la Andalucía del llanto! 


Como en este poema del gran Federico García Lorca podríamos empezar el viaje que este martes 1 de mayo, impropiamente frío, nos iba a llevar a nuestra segunda incursión en Sierra Mágina: La conquista de Bedmar y Jódar (conquista silenciosa y sin derramamiento de sangre...).

Atravesando el valle del Guadalquivir, sin mas armas que nuestras burras y bajando como almas que lleva el diablo por el "camino del Narro", hasta embocar el espacio protegido de "Pedro Marín" y de ahí endurear para toparnos con el enigmático "Cortijo de Ninchez", Señorío otrora de Marqueses y hoy testigo mudo de la historia (de esta que te cuento), asomado a un risco como si de una fortaleza se tratara, dominador estratégico de las vistas de Baeza y Úbeda y primer peldaño hacia Mágina.



 
De ahí, y con permiso de un compañero de viaje mas que inesperado, ignorado, que se sumó al viaje y lo intentó lastrar (hablo del barro) fuimos hacía Garcíez, villa antigua, dicen que con historia desde la Edad de los Metales, Marquesado de Viana ayer y patrimonio de los parias hoy (datos totalmente nimios para dos bicicleteros enajenados por la adrenalina).


Partimos sin más a través de la Serrezuela y el torreón de Fique, torre vigía medieval que ya aparecía en una Relación de Pueblos ordenada por Felipe II:

                                                                  
                                            
"Ay a la parte del maestral
una torre de cal y canto 
que llaman torre de Fique. 
Esta a una legua desta villa [Bedmar], 
en que se recogen los labradores
que labran hazia aquella parte". 




                                                     
Legua que recorrimos ampliamente ignorando libros de historia, animados por la música celestial (heavy metal) que desprendían nuestras cabalgaduras a la altura de los cambios, embriagados por su huésped (si, el maldito barro...)

Al final del puerto, y escondida (al menos para la vista de un Baezano) tras dos montículos que anuncian la entrada a la "Sierra Mágica", y vigilan aún incrédulos al Dios Natín, impertérrito, alcanzamos al fin Bedmar, el vídeo muestra la grandeza de vistas que pudimos disfrutar semi exhaustos, llegando al castillo antiguo, fortaleza de Al-Manzar, inexpugnable (al menos en apariencia...), divisando todo el valle del Guadalquivir con su mirada y advirtiendo de que ya entramos en los dominios del centauro Juancaballo, Sierra Mágina.

Y entre las ruinas apenas descansamos, pero nos empapamos de algo de historia , al menos al rememorar este momento, que lo que pisamos fue una fortaleza conocida como el Castillo "Viejo" de Bedmar, denominada en sus orígenes, como ya mentamos, de Al-Manzar  (o Al-Matar, segun las fuentes) y construida a finales del siglo IX por uno de esos hombres que forjan leyendas y al que la historia le coloca el titulo de "Rebelde", Ubayd Allah ben Umayya ben al-Saliya, uno de los principales enemigos del  Emirato Cordobés. Y gracias a el, tras investigar un poco, descubrimos otro nombre mítico para denominar a la región: Sumuntan.

Las escasas ruinas, ya no musulmanas, sino Jacobeas, se erigen sobre las irregularidades de "La Serrezuela", la misma que, ilusos de nosotros y no hartos de penurias, pretendíamos escalar, en la textualidad máxima de la acción, una vez visitáramos un enclave que supondría una intrusión mas a las entrañas de la madre naturaleza: "Cuadros".

Gracias a un amable vecino de Bedmar pudimos desprendernos de una gran cantidad de barro, pues limpiando el hombre su vehiculo en la puerta de su casa, antes de salir de la población, gustoso nos dejó un poco de agua, tanto para los Nazgûl como para sus monturas negras.

Y un momento de relax, carreterita de sierra, divertida de bajar hasta divisar la torre que  protege la ermita, bajo la cual se encuentra, inmersas ya ambas en la montaña, protegidas por la naturaleza, por la bruma este día que nos tocó, dándole ese aire de misterio tan magnético para dos locos del biciclo. Visita fugaz, meramente contemplativa, presencial para ilustrar esta entrada, y vuelta a subir a Bedmar, pues limpias las bicis en esos momentos desechamos las dos ideas que rondaban nuestras cabezas para dirigirnos a la siguiente etapa, ni queríamos mas barro, por lo que no endureariamos por la serrezuela, ni cogeríamos una ruta previamente descargada en el gps para atravesar la misma a las bravas, físicamente, con bicicleta, imposible.




Así que de Bedmar tiramos para Jódar por carretera, quizás lo mejor que pudimos hacer pues nuestras piernas después nos lo agradecerían. Y llegamos a uno de los municipios de la antigua frontera de moros y cristianos, como paso obligado hacia el reino de Granada y escondida al otro lado del monte que tuvimos que rodear, como hemos dicho, para evitar su escalada.

Atravesamos todo "Xódar" de sur a norte por calzada y casco urbano, cumbre al fin para nosotros y comienzo del retorno a casa, pues por allí huimos despavoridos, apropiándonos del "camino de Fuente-Garcíez", disfrutándolo hasta la ultima gota, sabedores, de que lo bueno se acababa, y de que no hay cielo sin infierno, o lo que es lo mismo, nos esperaba una subida de 348 a 866 metros en 11 Kms con casi 70 Kms en las piernas y 5 horas de pedaleo, pero eso sería luego, ahora nos tocaba bajar, remontar pequeños altos y volver a bajar, así durante algo mas de 15 Kms, por los caminos de "Fuente-Garziez", "Jaén" y el de "la Loma de los Raídos"  disfrutamos de unas pistas que seguramente repetiremos cuantas veces haga falta, por que pese al cansancio ninguno de los repechos que subimos hicieron mella en nuestras fuerzas, conocedores como éramos de que tras una pequeña subida siempre llegaba una larga y agradable bajada o un llano de los que la bici anda sola, tanto que incluso nos permitió comer unos pocos pistachos y galletas para recuperar algo de fuerza.

Y todo lo bueno rápidamente se acaba, una maravillosa ave, "inconfundible por la multitud de colores que presenta: pecho azul, vientre verdoso, cabeza canela, cuello amarillo y la lista negra que adorna su ojo, pico típico de insectívoro, largo, fino y algo curvo", un abejaruco común (Merops apiaster), nos guió, textualmente, hasta el "Paraje natural" en torno a la "Presa de Pedro Marín"., en el que desapareció tras un olivar.  Y de ahi partimos relajados en llano paralelo a las vias ferroviarias, directos a encontrarnos con el agradecido asfalto que tras atravesar el "Puente de Mazuecos" fue animado por al menos 10 abejarucos mas, que posados sobre la calzada en busca de calor alzaban el vuelo nada mas escuchar nuestra cacharrería.

Fué cruzar el río que no hicimos otra cosa que subir esos 11 Km. antes mencionados, y sentir, por fin, calor, ya que el resto de la ruta fue, como decimos al principio, fría. Así que pese al cansancio, tras perder de vista a las aves mas "curiosas" que vimos ese día, poco mas hay que contar, por que el asfalto, como decimos, te deja poco que escribir y pasa mas deprisa.

Por lo que concluimos compartiendo el track de tan recomendable ruta cicloturista mixta: 

                                                                                      TRACK DE LA RUTA

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