miércoles, 13 de junio de 2012

En los dominios de "Juancaballos"


Cuentan que en esta nuestra Sierra Mágina viven unas extrañas criaturas, mitad hombre y mitad caballo, muy difíciles de ver y de las que se sabe muy poco. Se tiene noticia de ellas desde hace muchos siglos y se las conoce con el nombre de Juancaballos.






Hostiles, violentos en exceso, recelosos de todo aquel que no pertenezca a su clan, indómitos, eluden el contacto con el ser humano, al que desprecian y del que se aprovechan en casos de verdadera necesidad, saqueando sus huertos y casas e incluso devorándolos si la carestía aprieta.

No quisimos tardar mucho tiempo en volver a la senda que iniciamos dos fines de semana antes en busca de los minguillos y sin pensar en otras alternativas nos volvimos a plantar en "Cuadros". Sin miramientos ni paradas innecesarias iniciamos nuevamente la ruta de ascenso por el mismo sitio que la primera vez, por el "camino del Collado del Valle", siempre con la idea de alcanzar el final de la conocida ruta del "Caño del Aguadero".


De la ermita de Cuadros hasta la era de empavar y el cruce con el "Camino de Las Lomas", y poco mas alante, bajo las sombras del "Morro del Lastonar" hasta el cruce con el camino de nuestra primera aventura serrana, el ascenso al pico carboneras por el "Camino del Lara", no hace falta explicar mucho pues ya lo narramos en nuestra anterior entrada "En busca de los Minguillos".


Pero esta sierra, además de absorver por su flora, sus formaciones rocosas simplemente inverosímiles, o su inquebrantable silencio, parece ser eterna, cada viaje es, al menos hasta la presente, un profundo disfrutar desde que empieza, cuando Helios aun esta despidiéndose de Morfeo. 



Pasado el caño del aguadero al fin, con la sorpresa, no por el caño, que al fin y al cabo no es mas que un abrevadero, supongamos que para cabras u ovejas que por estos lares abundan, o para pastores sedientos, lo verdaderamente simbólico es el enclave, esta situado bajo la cima del primer macizo rocoso de la sierra, a unas 3 horas de biciclo (desde Cuadros), formando un valle de inigualable belleza, pero sin atisbo alguno de llaneo o descanso, la fuente se halla bajo un refugio de piedra y adentrándose en un bosque, asomado a un precipicio, desde el cual divisábamos la mismísima Baeza.


Para darle un aire aun mas magnético, por encima del refugio existe una puerta que parece separar el mundo civilizado del territorio de los Juancaballos: "El Cordel del Abrevadero del Espino", un camino que bordea el nordeste de Sierra Mágina sobre cotas que oscilan entre los 1500 y 1650 metros de altitud, un sendero que tras esa puerta nos llamaba, y habiendo llegado ya a ese punto, atrapados por la visión de la senda  que nos adentraba en un lugar que permaneció casi virgen hasta la conquista humana musulmana, en la que se instalaron sus primeros habitantes y de quienes provienen las leyendas mitológicas que perduran hasta el día de hoy.

Las puertas que nos llevan "mas allá"... al fondo, el Dios "Natin"


Tierra de secretos, que se ocultaron en sus cuevas y rincones.

 
Tuvimos la osadía de entrar (volvimos a dejar la puerta cerrada, para que no hubiera corriente...) y ahí fue que vimos a los JuanCaballos, o quizás los seres con los que puidieron confundirlos nuestros ancestros, (Tranquilos, no probamos ninguna seta autóctona), bajando por paredes totalmente verticales, practicamente sin apoyos una manada de gamos hizo que sacáramos los prismáticos para admirar una de esas típicas escenas de "El hombre y la tierra".



Fue sin duda una de esas experiencias  que todo amante de la naturaleza disfruta plenamente, por lo insólito en estos tiempos urbanitas que vivimos, de estar al lado de una manada de  ciervos  o gamos, perdonad nuestra ignorancia y los mas de 300 metros que nos separaban de ellos, pues son animales que admiramos  con profundidad, tal vez por lo inusual de su presencia.



Criaturas que por si mismas creo que dieron  mas que enorme justificación a este  viaje, mas allá de lo que  en principio buscábamos, o pretendíamos.

De aquí nos queda la satisfacción por los imborrables recuerdos, el regocijo de ser de ese minúsculo grupo de gente que ha sobrevivido a un encuentro con una manada de Juancaballos, Y como no, otro reto, llegar a Albanchez, completando así el ascenso por ese lado de la sierra.


La información y el reto lo recogimos del mejor guia que puedes tener en un sitio como este, un pastor del lugar, posiblemente único poblador del monte, persona gustosa de charlar, pues compartir silencio con Mágina, es duro cuando es por obligación.

Propietario de un Nissan Patrol de la Benemérita (aunque llevaba gorra, no tricornio), poseedor de ese sentido del humor propio de quien necesita un congénere con el que distraer el tiempo, de esa mirada del que es feliz sin mas necesidades que las reales para un ser humano, esas que apenas se diferencian de las que tenían los que llegaron aquí hace ya unos siglos.
 
Y como si de esta época viniera, parecía mirarnos, vestidos como Buzz LightYear, cuando le dijimos que veníamos de la ciudad de Baeza. Asi que tras informarnos sobre las posibilidades de la zona en cuanto a cuevas y algún que otro secreto que descubrir, volvimos a deshacer el camino de tres horas de ascenso en menos de media hora de bajada.

Por que tras bichear un poco se puede decir que llegados al objetivo marcado, ahí nos volvimos... hasta la próxima incursión, pues justo cuando empezábamos a bajar, en dirección Torres, a 1754 metros de altitud, decidimos volver al vehículo, entre otras cosas por que en el mencionado refugio unas inscripciones nos avisaban claramente sobre los riesgos de "baldarnos" en exceso, y no es cuestión de abusar. 

 





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